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Verdades incómodas que alguien se atreve a decir II.

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Mensaje por Gustavo Miér Dic 24, 2008 4:11 pm

Limitar esta posibilidad o pretender despertar el recelo en contra de quien hace de mensajera de estas verdades son testimonios de un posicionamiento unilateral y acrítico con la ley, que pretende un debate ventajista, es decir, centrado sólo en lo que interesa destacar a quienes la defienden. Las matizaciones y argumentos de Doña María Sanahuja, señalando los fallos que esta ley favorece, despertando la alerta social sobre ellos y ampliando el horizonte para su análisis, son completamente necesarios al incurrir en sus puntos negativos, precisamente el único modo inteligente de mejorarla o poder sustituirla por una herramienta legal más efectiva. Esencialmente representa un enfoque menos propagandístico o demagógico y mucho más sabio y práctico de cara, primero, a conocer lo que realmente esta ley supone, y segundo, favorecer un debate honesto sobre si es un avance o un retroceso en la lucha contra la violencia doméstica.

En realidad, hasta el momento solamente la ideología, la apelación al escándalo y la información mayoritariamente selectiva procedente de quienes amparan esta ley la avalan, pero son innumerables los hechos prácticos que demuestran su fracaso, a saber: En primer lugar el aumento del número de mujeres muertas a manos de su pareja desde el comienzo de su aplicación.
En segundo lugar la creación de una brecha legal de género entre hombres y mujeres que atenta frontalmente contra el artículo 14 de la Constitución Española, al haberse creado una ley de autor en contra de los hombres.
En tercer lugar por la obstaculización de los procesos formales y necesarios de investigación objetiva de los hechos, tras aprobar que un hombre pueda ser sacado de su casa, alejado de su entorno social y familiar y puesto a disposición judicial de forma inmediata tras una denuncia, disminuyendo notoriamente su opción de réplica ante esta situación y sus derechos humanos básicos.
En cuarto lugar también por el ya bien conocido, pero apenas denunciado institucionalmente, aumento de las denuncias falsas, que favorece una saturación de los juzgados encargados de dirimir estas cuestiones, y dificulta el hacer llegar los beneficios y medidas de apoyo y protección a las mujeres que auténticamente las merecen. O, y ya finalizando, las sentencias dadas “por si acaso” en muchos casos dudosos, generalmente en forma de órdenes de alejamiento, las cuales son hábilmente sumadas a los casos de condena por quienes desean hinchar las cifras de maltratadores oficiales, como elemento añadido en favor de esta ley.

Como estos argumentos dejan bien claro, la acusación de Julia Otero diciendo que Doña Maria Sanahuja no está a favor de las mujeres por criticar el sistema resultante de una ley mal hecha o mal aplicada, representa una crítica tan gratuita e inconsecuente, que o bien roza el insulto o demuestra el muy escaso grado de reflexión realizado sobre este tema por esta periodista.

O esto, o quizás es que en el fondo el asunto no es tener la razón, sino que lo que corresponde es guardar silencio o hablar sólo en favor de la ley. Es decir ¿Quiénes apoyan esta ley nacida del Feminismo de Género han decidido protegerla constantemente? ¿Aunque esto pueda derivar en la instrucción de juicios precarios, el aumento de las denuncias falsas que dificulten la protección de las mujeres auténticamente maltratadas, el castigo de varones inocentes o la aplicación de penas más severas dadas selectivamente a los hombres? ¿Utilizando todos los medios necesarios para este fin, empezando por crear una ley cargada de irregularidades y siguiendo con una campaña informativa distorsionada en beneficio de la misma, además de ejercer presión contra cualquiera que se atreva a esclarecer la verdad más allá de donde a ellos les interesa, como demuestra la acusación hecha contra Maria Sanahuja por las Asociaciones Feministas, o contra el informe del CES o las protestas contra Amando de Miguel etc.? Pues esto es un nuevo tipo de totalitarismo que están apoyando quienes no desean criticar como se merecen los fallos de esta ley. Así que existe un sexismo machista, pero también otro hembrista, institucionalizado, dotado de la capacidad para legislar en nuestro país y muy poco deseoso de que se revelen sus atropellos.

Considerando estos hechos las acusaciones contra María Sanahuja, podrían muy bien aplicarse de vuelta, planteándolas en un sentido opuesto ¿Hay alguien a favor de que muchos hombres sean injustamente castigados en base a esta ley? Intenta manipularse a la opinión pública al enfocar el debate desde preguntas del estilo a: ¿Por qué hay hombres que golpean a las mujeres? o ¿Por qué ciertas mujeres consienten en ser maltratadas? e ignorando el plantear preguntas que amplíen el debate sobre este tema como por ejemplo: ¿Existen mujeres que denuncian en falso? ¿Favorece la presente ley que esto suceda? ¿Por qué esta ley permite que una acción cometida por un hombre se enjuicie como delito y lo defina como maltratador, y si esa misma acción es perpetrada por una mujer no pasa de ser una falta? ¿Por qué la ley habla sólo de maltratadores de sexo masculino? ¿Por qué un hombre maltratado física, psicológicamente o de ambas maneras no puede acogerse a los beneficios de la misma o si una mujer maltrata a otra mujer durante la relación de pareja no es juzgada por esta ley? ¿No representa esta ley un claro doble patrón sexista dentro de nuestro ordenamiento judicial y potencia un sistema antivarón? ¿Y cuál es el efecto a nivel personal, social y familiar experimentado por un hombre inocente al ser denunciado falsamente por malos tratos? ¿Hasta qué punto se le permite desarrollar una defensa eficaz en estas circunstancias o recibir compensación por los perjuicios vividos?

El que las preguntas de la señora Julia Otero no se ajusten al conjunto de los hechos relacionados con el tema de la violencia doméstica y su posterior gestión a través de la Ley Integral, es ejemplo de una tendenciosidad favorable y cómoda muy típica del tratamiento “políticamente correcto” con el que determinado feminismo suele ser analizado en nuestra sociedad. Pero por si ciertas leyes injustas nos hacen olvidarlo, recordemos que vivimos en una sociedad de personas, hombres y mujeres, que deberían ser iguales ante la justicia, y por eso deben examinarse las cuestiones atendiendo a la parte que nos toca a todas y todos, que es lo que precisamente viene haciendo desde un comienzo Doña María Sanahuja, siendo un ejemplo de honestidad personal y profesional, cargando con numerosas críticas de personas que se atreven a intentar corregirla o acallarla, cuando su postura y mensaje son mucho más inteligentes y evolucionados de los que le plantean como alternativa.

No deberíamos dejar de meditar nunca sobre el hecho de que el número de mujeres muertas por violencia doméstica está aumentando desde la entrada en vigor de la mencionada ley, a pesar de todos los recursos que la sociedad ha volcado en su desarrollo. Si esta ley está fallando en el objetivo básico de disminuir las muertes es claro que no representa una buena directriz en la lucha contra la violencia doméstica, y por eso conviene más que nunca escuchar atentamente a quienes critican sus fallos- es evidente que los hay, sino los resultados no serían tan nefastos- y apuestan por estrategias distintas, que harían un marcado hincapié en la mediación familiar, evitando de paso soluciones penales sexistas o de un dudoso sentido constitucional.

Como bien se dice a veces es mejor permanecer callado, cosa que Julia Otero no fue capaz de hacer al final de su programa. Aunque su intención era desmerecer de algún modo a Doña María Sanahuja, al menos en opinión del autor de estas líneas, no lo ha conseguido en lo más mínimo, ya que esta mujer es un modelo de profesionalidad, coherencia y valentía a la que muchos admiramos, que ha sido perseguida por defender fielmente unas ideas que, por desgracia, no reciben ni el eco mediático ni el apoyo institucional que merecen. Y es que ella intenta decir la verdad completa sobre la Ley Integral, nos la expone crudamente delante de los ojos con sus defectos y abusos, precisamente para poder avanzar hacía fórmulas que resuelvan mejor el maltrato doméstico, como vuelve a demostrar en este reciente artículo publicado en El País y accesible a través del siguiente link.

http://www.elpais.com/articulo/opinion/denuncias/falsas/elpepiopi/20081222elpepiopi_5/Tes

Una vez más mis aplausos para Doña María Sanahuja por otra de sus decididas, certeras, verificables y pacientes intervenciones, y su innegable integridad encaminada a mejorar las cosas, tratando de realizar una labor que potencie y beneficie a la sociedad, en vez de guardar silencio frente a quienes defienden un dogmatismo anacrónico, celoso de salvaguardar sus propios errores, y tendente a hacernos caer en todos los callejones sin salida.

Gustavo

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